10 Sep «Un viaje hacia lo desconocido», testimonio desde Albania
Blanca, Álvaro, Pablo y Javier son cuatro voluntarios provenientes de los grupos Emaús de la parroquia San María del Pilar de Madrid que decidieron dedicar parte de sus veranos a organizar un campamento para niñas y niños rom sin recursos de la albanesa ciudad de Lezhe. Este es el testimonio de uno de ellos.
“Nuestra experiencia en Albania comenzó como un viaje hacia lo desconocido. Nada más llegar a Tirana descubrimos que el país donde estábamos ya no era Europa, ni mucho menos, habíamos vuelto muchos años atrás en el tiempo a una sociedad pobre, recién salida de una dictadura terrible, donde el comunismo había regido durante años la cultura y educación de la gente.
Una vez en Lezhe pudimos conocer a Luciano Levri y entender de cerca su trabajo con los Rom. Dentro de la pobreza de Lezhe, los Rom son un grupo marginado, apartado de la sociedad y olvidado en la más horrible miseria. La tarea de los marianistas consiste en ayudar a la integración de la población Rom y conseguir así poder salir de la miseria que les atrapa.
El objetivo de la ONG Acción Marianista para todos estos niños es ayudarles a que acudan a la escuela para que puedan estudiar y formarse, como dijo la joven Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai “La educación es el mayor de los poderes”. Por esto a los pocos días de estar allí, fuimos al barrio Rom para inscribir a los niños en el próximo curso del colegio.
Este día sería el día más duro para los cuatro voluntarios que estuvimos allí, ya que vimos en persona donde y como vivían los niños Rom. La realidad es que estos niños sonrientes que acudían al campamento que organizábamos vivían en condiciones infrahumanas, y un ejemplo es esta familia.
Junto con Luciano entramos en un edificio en ruinas sin puertas ni ventanas, donde en uno de los apartados tiene su casa esta familia, con un padre sin empleo y una madre que no da abasto para encontrar algo que dar de comer a sus 4 hijos. Los 4 hermanos y sus padres viven en un cubículo de 20 metros cuadrados sin luz, sin agua corriente y por supuesto sin una mesa y una silla. Esto último es especialmente relevante cuando estos niños pretenden estudiar como el resto de los niños que van a la escuela para poder tener futuro. La situación es extremadamente complicada, fue muy duro ver que estos niños con menos de 14 años tienen que ganarse la vida para sobrevivir y, después de estar con nosotros por la mañana jugando a juegos y cantando canciones, tienen que recoger plásticos en la basura o pedir en las calles para poder comer. Esta situación es muy injusta y se repite durante todos los días del año independientemente de exámenes, deberes u otras obligaciones. Para ellos estudiar se convierte en todo un reto que compaginar con la supervivencia y esto nos hace entender que “tan injusto es tratar desigual a los iguales como igual a los desiguales».
Sin embargo, estos niños resisten para poder tener un futuro mejor, y luchan ante todas estas adversidades aferrándose a la más recóndita oportunidad de poder mejorar. Por esto hay ESPERANZA, esperanza en que puedan dejar de trabajar para tener que comer, esperanza en que puedan seguir estudiando a pesar de no tener luz en sus casas, y esperanza en que salgan de esta miseria y puedan, con sus sonrisas, seguir iluminando al mundo.”